NARANJO
La paciente ingresada que, por su enfermedad, no puede comer naranjas, siempre las pide de postre. Desde la cocina del hospital le llegan cada día en la bandeja y ella, las va colocando en hilera junto a la ventana. Una más, solamente una más y el árbol que imagina a través de los cristales, acabará por hacerse real.
BUFANDA ETERNA
Desde su mecedora, la mujer teje una bufanda eterna, porque no sabe tejer otra cosa. Teje y se mece, se balancea y gira otro punto. Sabe que el tiempo corre en su contra pero tampoco lo piensa demasiado. Ella teje y teje y la bufanda se va perdiendo por el suelo, se descuelga por la ventana y acaba enrollada en el cuello de quienes pasean por la calle. Y así, aunque el reloj avance, sus pensamientos y emociones acaban filtrándose por la lana hasta llegar a otras gargantas.
Buenos relatos! Para cuando una novela corta??
Bueno, por fin! Muy bellas las tres. La de las naranjas me ha encantado.
Muy sabrosos los picatostes. El de las naranjas me ha parecido precioso <3
Una novela corta es un interesante reto, quién sabe,…, ¡gracias!