EL ESPIGADOR
El espigador que recorre la ciudad montado en su bicicleta, toma un nuevo contenedor como hito de otra parada en su camino. Mientras introduce medio cuerpo, el contenedor parece estar pensando si engullirlo o no, y otra vez le perdona la vida. Un trozo brillante de chapa y un casco con plumas plateadas que alguien arrojó tras el desfile la noche anterior le cubren de gloria, y retoma su rumbo mientras cabalga por las calles sintiéndose, solo por esta vez, inmortal.
SIN PALABRAS
La mujer que no tiene el don de la palabra, barre. Adora la disciplina y la discreción, así que barre siempre de izquierda a derecha y nunca más tarde de las ocho. Barre y al barrer, las palabras que nunca ha llegado a pronunciar, se las lleva la escoba. Barre y al barrer, las palabras que quiso decir y al final fueron cambiadas por otras más rápidas, se enredan con la pelusa. Barre y al barrer, las palabras jamás pensadas por poco apropiadas, van directas al recogedor. Barre y al barrer, las palabras repetidas rebotan en el suelo y vuelven a meterse en sus bolsillos. Bolsillos de tortuga anciana que llena su caparazón de palabras mudas, pequeñas, escogidas.
SECRETO
El médico radiólogo que mira a la gente por dentro, sabe que nadie más puede ver lo que sus ojos captan: que en su interior, ningún ser humano podrá ser nunca totalmente vegetariano.
El primero me encantó <3
La realidad te ofrece regalos así 😀
Pues a mí…el primero me encantó y me convertí en sapa.El segundo me besó y volví a ser yo.
Pero al leer el tercero me miré la barriga (imaginando su interior) y a pesar de mi aspecto humano, sentí cierto parecido a la panza del anfibio…
Gracias,Virginia.¡Croak!